Ya se cumplirán casi 2 años de la última vez que escribí por estos lados.
Hace 2 años seguía enamorado de una ilusión, y ahora me enamoré nuevamente, pero de otra muy distinta.
En fín... No es lo que quiero comentar esta vez, sino algo que me tiene un tanto inquieto.
Estas fechas de fin de año son par mí un tanto nostálgicas, donde se mezclan recuerdos, buenos y malos, con la alegría que me caracteriza. Creo -pienso- soy de esas personas que la virtud de sonreir es de gran apoyo para superar obstáculos y ver la vida feliz, la vida bella.
No pretendo ofender a quien use otro estilo de vida, pues cada uno sabe cómo vivir la suya, según las herramientas que ha ido adquiriendo a medida se va desarrollando como persona. Lo que sí no comparto es eso de sentirse lástima: yo viví así y créanme no da buenos resultados. Muy por el contrario, porque solía arrancar de cuanto problema suscitaba aunque supiera cómo solucionarlo.
En navidad se renueva ese espíritu melancólico del amor por el prójimo: nace nuestro Señor quien nos dejó una vida llena de ensañanzas y de las cuales también he aprendido. Amar = entregar = sacrificio. Ese es el sentido del amor. Ese es también el sentido de la navidad: entregar amor de acuerdo a lo que uno puede.
Porque sigo creciendo como persona, sigo conociendo gente nueva con sus defectos y virtudes, pero lo más importante, sigo siendo feliz para hacer feliz a quienes me rodean, y que son precisamente la gente que a mí me hace muy feliz.
Dedicado con mucho cariño a mi bella amada, Natalia Isabel Orellana Contreras.
Hace 2 años seguía enamorado de una ilusión, y ahora me enamoré nuevamente, pero de otra muy distinta.
En fín... No es lo que quiero comentar esta vez, sino algo que me tiene un tanto inquieto.
Estas fechas de fin de año son par mí un tanto nostálgicas, donde se mezclan recuerdos, buenos y malos, con la alegría que me caracteriza. Creo -pienso- soy de esas personas que la virtud de sonreir es de gran apoyo para superar obstáculos y ver la vida feliz, la vida bella.
No pretendo ofender a quien use otro estilo de vida, pues cada uno sabe cómo vivir la suya, según las herramientas que ha ido adquiriendo a medida se va desarrollando como persona. Lo que sí no comparto es eso de sentirse lástima: yo viví así y créanme no da buenos resultados. Muy por el contrario, porque solía arrancar de cuanto problema suscitaba aunque supiera cómo solucionarlo.
En navidad se renueva ese espíritu melancólico del amor por el prójimo: nace nuestro Señor quien nos dejó una vida llena de ensañanzas y de las cuales también he aprendido. Amar = entregar = sacrificio. Ese es el sentido del amor. Ese es también el sentido de la navidad: entregar amor de acuerdo a lo que uno puede.
Porque sigo creciendo como persona, sigo conociendo gente nueva con sus defectos y virtudes, pero lo más importante, sigo siendo feliz para hacer feliz a quienes me rodean, y que son precisamente la gente que a mí me hace muy feliz.
Dedicado con mucho cariño a mi bella amada, Natalia Isabel Orellana Contreras.